lunes, 21 de junio de 2010


-"Me pregunto dónde están las ciruelas- pensó la pequeña al abrir el refrigerador. Llamó en voz alta a su padre, pero parecía que éste seguía dormido; era mas de mediodía, y el señor aún estaba borracho. Ella volteó hacia la pequeña sala, en el sillón vio la figura oscura de su padre; no era una casa muy grande. Miró lejana la cara amada, en un sueño plácido y profundo. A pesar de su edad, se dió cuenta que era la única persona que tenía, y que él solamente la tenía a ella.

Roncaba fuertemente. Las manos en el estomágo. Recordó a su madre, recordo su cabello trenzado, su perfume, la forma en que los dos se abrazaban en ese mismo sofá.

Recordarla le trajo un amargo sabor en la boca. Pero ella no entendía aún ese sabor.

Toc toc. Sonó tímido en la puerta.

Asomó su cabeza por la ventana, y ahí acabó el ensueño.

Se miró a sí misma; ya no eran aquellas mismas manos de pequeña, sus piernas ya no colgaban del banco en la ventana. Ya nada era igual. Todo parecía viejo y sin color, podía oler el polvo y lo antiguo.

Se miró a sí misma; por dentro, deseando recuperar de nuevo su inocencia.

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