miércoles, 12 de octubre de 2011

La Culpa

Es una canasta de piedras grandes.
Por los resquicios suspira el equinoccio que me lleva a otra estación.
El tren no se detiene.
Su carrera, loca, se pudre en mi estómago.
Cáscaras de mi voz atragantan un intento por emitir un S.O.S.
Las risas, taladros en mi escondite caparazón.
Las miradas, dagas que perforan el delgado escudo que me he inventado.
¿Alguien podría decirme qué hacer?
Traigo imágenes rumiando todo el tiempo.
No me dejan un segundo de quietud.
Devoran mis horas con todos sus minutos.
Se me están abriendo las venas y sigo viviendo.
Alguien que se apiade
dígame el mantra para abandonar este cuerpo.

Rosa Isabel Padilla.

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