lunes, 26 de julio de 2010


Él empezó así:
No tengo algo definido por lo que quiero escribir. Sólo me muero por hacerlo. Porque de esta forma no hay aire que me envenene, y nuble mis pensamientos. También porque pienso que no es justo como la vida se ha estado llevando lo que más quiero; como una gran avalancha que pesa sobre mi espalda, y yo asfixiandome en medio de la nieve, se me acaba el oxigeno para respirar; se lleva a los que más amo. No puedo seguir. Simplemente mi fuerza está fallando, porque este camino llamado vida no me está llevando a ningún lado. Todo está tan terriblemente mal...

Ella pensó al tiempo de verlo:
Su rabia lo está carcomiendo. Está atado a un fuego imaginario, al del odio. Y, lamentablemente, tiene sed de poder. Yo no puedo cargar con esto. Lo amo, pero no puedo. Necesito ESCAPAR.

Entonces un balazo surcó el silencio de esa mañana.

El lloró:
Esto es culpa mía, nunca supe que la tenía, y ahora está seis metros bajo tierra. ¡Jamás volveré a abrazarla, ni besarla, siquiera ver sus ojos cada despertar, ese brillo intenso con el que me decía todo lo que yo queria saber de ella en el día! Y ahora que hago...

En sus ojos estaba mi vida.

Entonces un balazo surcó el ruido de una tarde lluviosa, otoñal...

1 comentario:

  1. djsalkdhasdhasdhlasjdhasjl, me encantó. Deberías escribir historias como lo hago yo, jeje, estoy seguro de que te saldrían bien.

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