domingo, 1 de agosto de 2010

la muerte pretende ser la mala de esta historia.


Ayer me encontré con un pedazo de algo. O alguien. Decidí dejarlo ahí tirado, porque, de cualquier forma, ese tipo de final no se lo lleva un héroe. Me fijé que había sangre embarrada en todo el pavimento, y me pregunté si todo eso es de un sólo humano. Me reí, y seguí mi camino. No era porque llevara prisa. No me importaba un carajo.

Al regresar, estaba cerrado el paso por esa parte de la carretera; si ahora si tenía prisa. Necesitaba llegar a mi hogar cuanto antes. No sabía porque tenía esta necesidad. Sólo la sentía aferrada a algo en mi interior, ese algo que casi siempre es más fuerte que la razón.

Pasé horas esperando ahí; ahora si escuchaba como habia muerto el pobre chico ese. Al parecer, era un asesino en serie. No como Jack el Destripador. No. Un poco más bizarro. Éste no sacaba las tripas, ni degollaba a sus victimas. No era un loco que odiara a las prostitutas. No. Al parecer odiaba a los que llevaban una vida normal, gente que trabajaba arduo día, y a veces noche, gente que queria llegar rapido a su casa. Como yo.

Eso no me inquietó para nada. Pero se que debió. Observé el pavimento de nuevo, obviamente ya estaba limpio. Hacía un rato no me impresionó ver la sangre. Yo sólo seguí mi camino.

Escuché de nuevo las conversaciones de los agentes. Ya no habia cuerpo ahí. Supe que, el asesino, era de un tipo nuevo. Más aterrador. Él disfrutaba moler a golpes a su victima, o acuchillarla con un cuchillo romo. Le gustaba oirlos chillar. Al parecer no había pistas de éste.

Es un poco demasiado. Al llegar a mi casa, escuché que alguien dijo: "¡Qué mala muerte!". Morir asesinado es igual que morir ahogado o simplemente morir de viejo.

La muerte llega cuando es necesario. Cuando es la hora. No llega antes ni después.

Vives entonces lo que te toca vivir. El tiempo no es más que tiempo aquí, y nosotros somos los que lo contamos de ésta forma.

En cuanto al asesino, no se supo nada de él, no hubo pistas, en eso si se parecía a Jack. Tal vez 40 años después, el pobre loco iba a regresar a su manicomio. Tal vez 100 años después, la policía supiera como descifrar la carta. Tal vez comprendieran el porqué de esa forma de matar.

Pero...

Ahora todos somos víctimas. Ya no existen éstas historias, más que en nuestra imaginación. La gente se mata entre sí. Todos nos convertimos en asesinos; todos estamos expuestos a la muerte de cualquier manera. Y yo veo, sin embargo, que es menos la gente que muere sin plomo en la cabeza, sin agujeros en el cuerpo; veo la nota roja del periódico, y veo las mentiras sin entender que es lo que quieren cubrir. Porque les importan los muñecos de carne que somos, la dignidad que ellos mismos se quitaron de encima. Supongo que todavía hay gente justa, que nos gusta la verdad, y que vemos la realidad más allá del velo que los burócratas y la gente con poder nos impone...

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